jueves, 26 de mayo de 2022

LA PALEOECOLOGÍA.

 Paleoecología. Es la rama de la paleontología que estudia los organismos fósiles y los restos fósiles del pasado para conocer su medio ambiente y reconstruir los ecosistemas presentes en la tierra durante las diferentes eras geológicas.

El objetivo de la paleoecología es el de reconstruir el modelo más detallado posible del ecosistema de organismos que hoy se encuentran dentro de rocas sedimentarias como fósiles. Estas reconstrucciones ecológicas se hacen teniendo en cuenta, como base de partida, los actuales ambientes naturales y parámetros biológicos, físicos y químicos que los caracterizan, como la temperatura media y sus rangos, la naturaleza y cantidad de comida disponible, el grado de intensidad de la iluminación solar, la salinidad del agua etcétera.



Los restos fósiles, se conservan gracias a los minerales que los petrificaron, pero suelen sufrir cambios o deformaciones, habiendo sido ya estudiados en la antigua Grecia.
El método palinológico ha sido muy utilizado para describir cambios de vegetación y clima desde los años veinte de este siglo, iniciando con los estudios del científico Von Post en Escandinavia (Faegri e Iversen, 1989).
El método se basa en que los granos de polen producidos por las plantas se incorporan por el viento o agua a los sedimentos de cuerpos de agua como lagunas, pantanos o turberas y allí se conservan de manera casi permanente. Si bien, el polen se conserva mejor bajo condiciones anaeróbicas, como en pantanos o turberas, su conservación es más problemática en ambientes calcífilos.


El polen se preserva durante mucho tiempo en los sedimentos, aunque expuestos a sequías ocasionales se pueden dañar por efectos de oxidación. Si la deposición es muy lenta los granos de polen también son más expuestos a efectos de microbios. Factores que influyen en el transporte del polen son características del mismo polen como tamaño, forma, densidad, posición de la planta en la vegetación y las condiciones climáticas.
Ha permitido el estudio del cambio climático y el impacto antrópico en sitios arqueológicos, ha abierto un nuevo sendero en la micropaleontología que ha pasado de su estandarte tradicional a la vanguardista forma de mirar al futuro a través del pasado.



La magnitud de este cambio queda grabado en el registro geológico y los micro paleontólogos, da la oportunidad única de interpretar e inferir si estos cambios han tenido un impacto en el ambiente físico o social de las comunidades que los instigaron.


El suroccidente norteamericano nos ofrece algunos ejemplos geológicos, prehispánicos y recientes de gran valor para contribuir al conocimiento sobre el cambio climático e impacto antrópico en los últimos 11 mil años antes del presente (AP). El espectro de estos estudios micropaleontológicos comienza con el estudio de los canales de irrigación de Las Capas, Tucson, Arizona (Período Agrícola Temprano, 3000 AP a 2000 AP) entre otros en el Valle de Tucson y luego se ha extendido a gran parte de los valles de Phoenix y del Río Gila, incluyendo el vasto acervo de los complejos canales construidos por la civilización Hohokam en los primeros 1450 años de la era cristiana en el valle de Phoenix, Arizona.
De ahí, se proyectó a estudios en Texas, Nuevo México, Nevada y California donde las reconstrucciones paleoclimáticas han permitido identificar el Younger-Dryas en las cercanías de Albuquerque, Nuevo México y la transición de la Anomalía Climática Medieval y de la Pequeña Edad del Hielo en el Norte de Texas.



Nuevos estudios han permitido identificar la respuesta de los ostrácodos a la presencia de metales pesados en lagos naturales y artificiales como el Lago Patagonia, en Arizona, así como la transición de un ambiente no perturbado a uno seriamente perturbado en tiempos históricos en Ash Meadows National Wildlife Refuge, Nevada. Estos estudios han dado lugar a que algunas personas exploren la oportunidad de hacer investigación desde la iniciativa privada.


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