lunes, 26 de agosto de 2024

TODO SE ACLARA A LA LUZ DE LA PALEONTOLOGÍA.

 La muela gigante de San Agustín y los elefantes extintos de Cuvier.

"Yo mismo vi, y no solo, sino algunos otros conmigo, en la costa de Útica o Biserta, un diente molar de un hombre, tan grande que si le partieran por medio e hicieran otros del tamaño de los nuestros, me parece que pudieran hacerse ciento de ellos; pero creo que aquél fuese de algún gigante".

San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XV, capítulo IX.



SAN AGUSTÍN.

Agustín de Hipona, o San Agustín, es uno de los más importantes padres de la Iglesia.  En La Ciudad de Dios, Agustín presenta una serie de reflexiones sobre lo humano y sobre lo divino en el contexto de los turbulentos tiempos del siglo V que vieron el final del otrora poderoso Imperio Romano.  ¿Por qué un sabio de la estatura de San Agustín, en un libro eminentemente religioso, discute el hallazgo de un diente molar gigantesco?  En el libro XV de su libro, Agustín discute la existencia en el pasado de seres humanos de gran talla, tal como lo señala la Biblia.  “Existían entonces los gigantes en la tierra”, nos explica el libro del Génesis, “y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos.  Estos son los héroes famosos muy de antiguo.”


Molares de elefante asiático (izquierda) y africano (derecha). Flower y Lydekker 1891.

El molar que Agustín vio en la costa de lo que entonces era el proconsulado africano del Imperio Romano era para el sabio cristiano una prueba tangible de los gigantes antediluvianos mencionados en la Biblia.  Invocando los escritos de Plinio el Viejo, Agustín argumenta que los hombres se han ido haciendo paulatinamente más pequeños y menos longevos desde los tiempos del Antiguo Testamento.  El molar hallado en Útica era, en la visión de Agustín, una prueba irrefutable de la existencia de los gigantes del Génesis.  Hoy en día sabemos que el diente gigantesco que observó San Agustín perteneció muy probablemente a un mamut, un tipo de elefante extinto del que se han encontrado restos fósiles en diversas partes de América del Norte, Eurasia y el Norte de África, incluyendo el área donde antiguamente se encontraba el puerto de Útica, en lo que hoy es Túnez.  Específicamente, el mamut africano vivió en el norte de África en el Plioceno, hace más de dos millones de años.


Hernán Cortés, la Malinche y un noble tlaxcalteca (tal vez Xicoténcatl). Lienzo de Tlaxcala

Los fósiles de mamut y otros parientes extintos de los elefantes son relativamente comunes en muchos sitios, y diferentes culturas han tratado de explicar la existencia de huesos y dientes gigantescos de estos animales dentro de su propia cosmovisión.  Por ejemplo, Los tlaxcaltecas prehispánicos del centro de México, acérrimos rivales de los aztecas, contaban la historia de que sus ancestros habían logrado vencer a una raza de gigantes que eran los pobladores originales de sus tierras.  Cuando los españoles de Hernán Cortés llegaron a la Tlaxcala de principios del siglo XVI, el orgulloso líder Xicoténcatl ordenó mostrar a los conquistadores, como prueba de estas historias, un gigantesco hueso que, en palabras de Bernal Díaz del Castillo, “era muy grueso, el altor tamaño como un hombre de razonable estatura, y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la cadera.”  El hueso en cuestión en realidad seguramente perteneció a un mamut o a un mastodonte, otra especie de elefante extinto relativamente común en México hasta el final del Pleistoceno, hace unos 11,000 años.

En varias islas del Mediterráneo se pueden encontrar huesos fósiles de pequeños elefantes que se extinguieron hace unos cuantos miles de años.  Los cráneos de estos animales son de todas maneras mucho más grandes que los de los humanos, y presentan en su centro la peculiar cavidad nasal, que es un orificio de gran tamaño en el que se inserta la trompa.  Como las órbitas de los ojos son muy pequeñas en los elefantes, los cráneos dan la impresión de tener un único hueco, de gran tamaño, justo en la parte media.  Othenio Abel, un paleontólogo de principios del siglo XX, especuló que el hallazgo de estos cráneos en las islas mediterráneas podía haber inspirado en los griegos clásicos la leyenda de los cíclopes, la raza de gigantes con un solo ojo.

El estudio científico de los fósiles de mamut en Europa avanzó muy lentamente, debido precisamente a las ideas preconcebidas basadas en las creencias religiosas.  Todavía en 1613, Nicholas Habicot, un médico y anatomista francés, escribió un ensayo llamado Gigantostologie en el que se describen unos huesos hallados en el sureste de Francia como los restos de un gigante humano antediluviano.  Al poco tiempo, Jean Riolan, un botánico, escribió en forma anónima una crítica a Habicot, llamada Gigantologie, en la que sugiere que los huesos de gran tamaño podrían ser de elefante.


GEORGE CUVIER.

Finalmente, en 1796, Georges Cuvier mostró con contundencia científica que los huesos y dientes de gran tamaño que la mayoría consideraba evidencia de los gigantes bíblicos eran en realidad restos de elefantes extintos.  En su Memoria sobre las especies de elefantes, vivientes y fósiles, leída ante el Instituto Nacional de Francia, Cuvier mostró que las diferencias entre un elefante asiático y uno africano eran suficientes como para considerarlos especies separadas. Más aún, el sabio francés concluyó, refiriéndose al mamut siberiano y al “animal de Ohio” (el mastodonte) que: Estos animales [fósiles] por tanto difieren del elefante tanto como, o aún más, que lo que un perro difiere de un chacal o una hiena.


Cráneo de elefante. Imagen: California Academy of Sciences

Con sus detalladas observaciones, Cuvier no solo mostró que los huesos de supuestos gigantes del pasado no eran sino restos de elefantes, sino que además llegó a la inescapable conclusión de que estos elefantes pertenecían a especies que se extinguieron en un pasado remoto.  En la época, la idea de que un animal pudiera extinguirse iba en contra de la concepción, también basada en principios religiosos, de que existía un orden divino en la naturaleza que impediría que uno de sus elementos desapareciera. La idea de la extinción de especies era, por tanto, revolucionaria.  Sin embargo, las pruebas presentadas por Cuvier fueron bien recibidas por la comunidad científica, en particular en el ambiente que imperaba en Francia a los pocos años de la Revolución.

Curiosamente, Cuvier nunca aceptó las ideas que sobre la evolución de las especies habían discutido sus compatriotas Jean-Baptiste Lamarck y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire. Desde la perspectiva de Cuvier, era imposible que una especie de animal pudiera transformarse en otra. Además,. argumentaba,   resultaba sumamente difícil imaginar cómo podría sobrevivir.una forma intermedia entre dos especies existentes.   Las especies podían desaparecer, pensaba Cuvier, pero no parecía existir un proceso que pudiera permitir la aparición de especies nuevas a partir de las existentes.

De todas maneras, se puede decir con toda justicia que la idea de la extinción como un concepto científico nació el 4 de abril de 1796 con la lectura del ensayo de Cuvier. La muela gigante descrita por San Agustín casi mil cuatrocientos años antes finalmente encontró su lugar en la ciencia.


miércoles, 14 de agosto de 2024

DESCUBREN UNA NUEVA ESPECIE DE MOLUSCO QUE VIVIÓ HACE 500 MILLONES DE AÑOS EN LO QUE HOY ES CHINA.

 Los moluscos son uno de los grupos de animales más diversos e incluyen a algunos bien conocidos como las almejas, los caracoles y los pulpos, así como otros menos familiares, como por ejemplo quitones y aplacóforos vermiformes. A pesar de esta notable diversidad, determinar cuáles eran los rasgos anatómicos principales de los primeros moluscos ha venido siendo una tarea casi imposible debido a la poca información útil que puede extraerse de los fósiles recolectados y de los moluscos actuales.

Aunque los fósiles de moluscos tempranos del período Cámbrico han ofrecido algunas pistas, revelando formas anatómicas que exhiben una combinación de conchas biomineralizadas y escleritos, se han descrito pocos taxones de linaje primitivo, lo que ha dejado importantes lagunas en el conocimiento de la evolución temprana de los moluscos.



Ahora, un equipo integrado, entre otros, por Luke Parry, de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, y Guangxu Zhang, de la Universidad de Yunnan en China, ha realizado un asombroso descubrimiento de una nueva especie de molusco que vivió hace unos 500 millones de años. El análisis de los restos fósiles de un ejemplar de la especie, llamada Shishania aculeata, revela que los moluscos más primitivos eran babosas planas, sin concha pero recubiertas por una armadura protectora espinosa.

La nueva especie se descubrió a raíz de examinar fósiles excepcionalmente bien conservados de la provincia oriental de Yunnan, en el sur de China, que datan de un periodo geológico denominado Cámbrico temprano, hace aproximadamente 514 millones de años. Los ejemplares de Shishania aculeata miden solo unos centímetros de largo y están cubiertos de pequeños conos espinosos (escleritos) de quitina, un material que hoy en día también está presente en conchas de cangrejos, en insectos y en algunos hongos.



A diferencia de la mayoría de los moluscos, el Shishania aculeata no tenía una concha que cubriera su cuerpo, lo que sugiere que representa una etapa muy temprana de la evolución de los moluscos.

Los moluscos actuales presentan una diversidad de formas bastante notable, e incluso incluyen animales muy inteligentes como los calamares y los pulpos. Esta diversidad de moluscos se materializó con suma rapidez durante un acontecimiento conocido como la Explosión Cámbrica, cuando todos los grandes grupos de animales se diversificaron con notable rapidez.

El estudio se titula “A Cambrian spiny stem mollusk and the deep homology of lophotrochozoan scleritomes”. Y se ha publicado en la revista académica Science.

sábado, 3 de agosto de 2024

LA FAUNA PREHISTÓRICA DE LA GUAJIRA.

 Recientes investigaciones en localidades fosilíferas de la alta Guajira colombiana sugieren que hasta hace por lo menos tres millones de años, lo que hoy es un desierto fue un lugar boscoso con ríos caudalosos y sinuosos, con una gran variedad de reptiles, peces, invertebrados y mamíferos . Entre estos últimos se han encontrado abundantes restos de unos organismos de caparazón gigante: los gliptodontes. Estas localidades nos abren una ventana única para comprender la vida y los ambientes en el pasado. Además, nos revelan información sobre la existencia de una fauna prehistórica hasta ahora desconocida para el mundo. 

Paisaje actual de la alta Guajira colombiana. Se puede observar la escasez en vegetación.               

 Fuente: fotografía de Edwin Cadena




Durante los últimos tres años, un grupo de paleontólogos y geólogos dirigidos por el Dr. Carlos Jaramillo, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, ha realizado intensivas campañas de colecta de fósiles en localidades recientemente descubiertas en el desierto de la alta Guajira colombiana. Los fósiles han sido hallados en dos formaciones geológicas expuestas en los alrededores del municipio de Puerto López: la formación Castilletes, del Mioceno Medio (17,3-14,5 millones de años), y la formación Ware, del Plioceno (3,5-2,8 millones de años) .


Reconstrucción de un Gliptodonte, cercano a un cuerpo de agua y con vegetación tropical en el fondo. Dibujo de Ross Houston. b) Fósiles de osteodermos de Gliptodonte, encontrados en la formación Castilletes. Se pueden observar las ornamentaciones de estas piezas, como la figura central o las rugosidades de la superficie. Estas características permiten distinguir los diferentes grupos de gliptodontes                  

 Fuente: Fotografía de Christian Ziegler.


Entre los ejemplares hallados en estas nuevas localidades se encuentra una diversidad de fósiles de animales como cocodrilos, serpientes, aves, mamíferos, tortugas y abundantes especies de moluscos. ¿Qué información nos dan los fósiles? Esta fauna recién descubierta, al ser estudiada, podrá informarnos sobre cómo era la vida en el pasado, qué especies existían y cómo se relacionaban entre sí. En general, los datos obtenidos de estos estudios podrán ayudar a responder preguntas amplias, por ejemplo, cómo se estableció la diversidad actual del norte de Suramérica, cómo era el clima en el pasado y cómo respondían los diferentes organismos a este.

¿Cómo es que el desierto antes era un bosque? La información geológica, es decir, los depósitos sedimentarios dejados por ríos meandricos de gran caudal, sumada a la información de los fósiles encontrados en la alta Guajira, sugieren que el clima en el pasado era húmedo y que el agua era abundante en las planicies, algo que contrasta con el ecosistema árido que domina este territorio en la actualidad . Fósiles de organismos como cocodrilos, tortugas, peces, manatíes y moluscos, entre otros, que en la actualidad viven asociados al agua, ofrecen evidencia muy firme para apoyar la idea de que el ecosistema del pasado de la Guajira era húmedo.



El clima húmedo, aunque favorable para los organismos con hábitos acuáticos, también representaba un reto para algunos organismos terrestres. Por ejemplo, entre la fauna de mamíferos fósiles encontrada en los depósitos de la alta Guajira están los xenartros, un orden que se originó en Suramérica durante el Paleoceno, hace más o menos 53 millones de años, y que en la actualidad incluye a los perezosos, armadillos y osos hormigueros, pero que en el pasado también contuvo a los grupos de osos perezosos gigantes, pampaterios y gliptodontes. Representantes de estos últimos grupos han sido encontrados en los depósitos fosilíferos de las cercanías del municipio de Puerto López. Estos organismos han sido hallados con anterioridad en localidades del sur de Suramérica, en donde habitaban en eco-sistemas de sabanas, muy diferentes de un ecosistema húmedo como el propuesto para la Guajira.

¿Qué es un gliptodonte? Los gliptodontes eran organismos herbívoros similares a los armadillos actuales, pero su envergadura podía alcanzar los dos metros, y su robusto cuerpo estaba cubierto de placas óseas u osteodermos . Durante dos periodos de tiempo, Pleistoceno y Oligoceno, los gliptodontes llegaron a tamaños gigantes de más de tres metros de largo. Incluso algunas especies (e. g., Doedicurus) desarrollaron armaduras poderosas y un tipo de “mazo” con puyas en la cola para defenderse de sus depredadores .

Las placas de gliptodonte tienden a fosilizarse con frecuencia debido a su composición y resistencia, y por lo tanto, es común encontrar fósiles de gliptodontes en los depósitos de la alta Guajira. Las placas u osteodermos han sido utilizadas por diversos investigadores a lo largo del tiempo para identificar las diferentes especies de gliptodontes. Así, se han documentado características como tamaño, grosor, rugosidades, surcos, folículos y posición, entre otras.

Los osteodermos de gliptodontes  se pueden distinguir de los de otros grupos con caparazón, como los pampatéridos y armadillos, por características como las siguientes: 

Placas dérmicas más gruesas.

Caparazón sin articulación (los osteodermos están fijos).

La ornamentación de los osteodermos es más compleja que la de otros grupos.


Mapa de distribución de hallazgos fósiles de gliptodontes en el norte de Suramérica, mostrando las principales localidades fosilíferas en las que se han encontrado restos de gliptodontes. Según la edad: Mioceno 23-5,3 millones de años (amarillo); Plioceno 5,3-2,6 millones de años (Crema); Pleistoceno 2,6-0,01 millones de años(Crema pálido).

Fuente: Información obtenida a partir del Paleobiology Database

La diversidad de los gliptodontes incluye alrededor de 65 géneros . Estos xenartros hicieron parte de la fauna endémica de Suramérica desde hace 37 millones de años hasta hace solo 10.000 años, cuando se extinguieron, durante la última glaciación, junto con la megafauna. Durante ese tiempo los gliptodontes se expandieron a lo largo del subcontinente suramericano, y tras el levantamiento del istmo de Panamá y el cierre del corredor marino de América Central, hace aproximadamente tres millones de años, los gliptodontes, perezosos y pampateridos, junto con otros grupos de animales, migraron a Norteamérica, en un evento conocido como el gran intercambio biótico americano, o gabi, por sus siglas en inglés .

El registro fósil de los gliptodontes nos permite entender cómo vivían estos organismos en el pasado, dónde habitaban y cuáles eran los ecosistemas que frecuentaban. ¿Dónde más se han encontrado fósiles de gliptodontes? Fósiles de gliptodontes se han encontrado en varias localidades a lo largo de Suramérica y Norteamérica (véase el mapa), y su registro fósil ha sido mucho más abundante y completo en la parte sur del continente. En Suramérica tropical existen importantes localidades abundantes en fósiles de estos animales, como los depósitos de aproximadamente 13 millones de años de La Venta, en el desierto de la Tatacoa , y de aproximadamente 12 millones de años, en el municipio de Sincelejo [9], departamento de Sucre, en Colombia; localidades de hace aproximadamente 5 millones de años en el estado de Falcón , en el norte de Venezuela, y en Acre, Brasil, de hace aproximadamente 9 millones de años.


Fotografía de varios especímenes de dientes fósiles de raya y tiburón encontrados en las localidades de la alta Guajira colombiana. Estos fósiles permiten entender mejor las condiciones de deposición de las rocas de las formaciones Ware y Castilletes.    

Fuente: Fotografía de Christian Ziegler.

¿Qué significa que se encuentren fósiles de gliptodontes en Sur-américa y Norteamérica? Los descubrimientos de gliptodontes en Norteamérica, y su similitud con fósiles encontrados en localidades de Venezuela apoyan la hipótesis de que los gliptodontes migraron a Norteamérica durante la época del Plioceno, hace aproximadamente 3 millones de años , y que allí lograron diversificarse, y las nuevas especies norteamericanas migrarían de vuelta a Suramérica durante la época del pleistoceno, hace aproximadamente 1 millón de años .

Sin embargo, para probar esta hipótesis y tener una visión más clara de su historia evolutiva y entender su respuesta frente al GABI es necesario estudiar registros fosilíferos en localidades tropicales cercanas al istmo de Panamá. Teniendo esto en cuenta, los resultados taxonómicos del estudio de los ejemplares fósiles de gliptodontes, que incluyen osteodermos, vértebras y apéndices, colectados durante los años 2011 a 2013 en rocas expuestas en la alta Guajira colombiana, serán claves para resolver el problema. A medida que se descubran más localidades con yacimientos fósiles en Colombia y en el resto de la zona tropical, se podrá comprender mejor cómo llegó a existir tal diversidad de estos animales en esta zona.