miércoles, 4 de junio de 2025

LAS 12 AVES PREHISTÓRICAS MAS GRANDES DE QUE HAN EXISTIDO EN EL MUNDO.

 DATOS CURIOSOS DE LAS AVES MAS ANTIGUAS DE LA TIERRA.

1. Dodo.



El dodo fue un ave prehistórica nativa de las Islas Mauricio, la cual se extinguió a finales del siglo XVII. Su altura era de aproximadamente un metro, su peso se encontraba entre los 10 y los 18 kilogramos, y su plumaje era de colores grisáceos. La forma de garfio de su pico y el largo de este, 23 centímetros, lo convertían en una herramienta perfecta para abrir cocos. Era un ave incapaz de volar, debido al pequeño tamaño de sus alas, su gran peso, y la poca capacidad de su esternón para aguantar esta actividad.

Su extinción, además de la caza por parte de los humanos, se debió también a que las nuevas especies que surgieron en la isla saqueaban sus nidos.


2. Dinornis.




También conocido como “moa gigante”, esta especie natural de Nueva Zelanda medía entre 0,5 y 3,5 metros de altura, y algunos de ellos llegaban a pesar alrededor de 250 kilogramos. Su cuello largo y su estatura les ayudaban a alimentarse, ya que eran herbívoros y utilizaban técnicas similares a las de las jirafas. Sus gruesas y fuertes patas le permitían correr hasta 40 kilómetros por hora, pese a ser una de las aves más pesadas. Su extinción tuvo lugar aproximadamente en el año 1500, y se debió a los humanos, los cuales cazaban este animal para alimentarse, y a otras especies de depredadores que existían en esa etapa.


3. Titanis.




El Titanis, perteneciente al grupo de aves conocida como “aves del terror”, vivió en América del Norte durante las épocas del Plioceno y Pleistoceno. Con 2 metros de largo, 2 metros y medio de altura, y un peso de 150 kilogramos, eran pocas las presas que se le resistían. Atacaba a estas corriendo tras ellas a gran velocidad (68 km/h), para cogerlas con sus garras y finalmente golpearlas con su afilado pico, con el que desgarraba la carne. El Titanis se extinguió debido a dos causas: el cambio climático, y la aparición de nuevas especies de osos, lobos y felinos, que además de atacarle también robaban su comida.


4. Brontornis.



También dentro del grupo de “aves del terror” se encontraba el Brontornis. Esta ave medía 2,85 metros y pesaba alrededor de los 420 kilogramos, lo que la convierte en una de las más grandes y pesadas de su especie. Vivió durante la etapa del Mioceno en la Patagonia, donde era uno de los mayores depredadores de la zona, matando incluso a elefantes y a otros depredadores existentes en esta época. Sus técnicas de ataque eran mediante la emboscada, o persiguiendo a la presa para acabar saltando fuertemente sobre ella.


5. Cygnus falconeri.


El Cygnus falconeri o cisne gigante era un ave de gran tamaño que medía aproximadamente entre 190 y 210 centímetros desde el pico hasta la cola, y pesaba alrededor de 30 kilogramos. Debido a estas dimensiones y a su peso, se cree que no fue un ave voladora. Su extinción no fue debida como en otros casos a la aparición de humanos en su región, si no que se cree que los responsables de su desaparición fueron otros depredadores superiores, y las condiciones climatológicas extremas.


6. Paraphysornis.


El Paraphysornis tenía una altura de aproximadamente 1,7 metros, alrededor de 2 metros de largo, y la longitud de su cráneo era de 60 centímetros. Debido a su gran tamaño, y a un peso aproximado de 300 kilogramos, este ave prehistórica era incapaz de volar. De naturaleza carnívora y siendo un temible depredador, el Paraphysornis vivió en las llanuras de Brasil durante la era del Mioceno hasta su extinción.


7. Patagopteryx.


Esta ave corredora denominada Patagopteryx era endémica del noroeste de la Patagonia. Vivió en tierras argentinas durante el Cretácico superior, y su tamaño era aproximadamente como el de un pollo. Con 80 centímetros de largo, y 50 centímetro de altura, destacan en él sus largas piernas y pico. Se cree que era una ave corredora, que llegaba a alcanzar una velocidad máxima de 35 kilómetros por hora, y que se asemejaba al correcaminos. Su dieta a base de insectos determina la forma de su pico, el cual estaba formado por pequeñas rugosidades que le ayudaban a triturar a estos pequeños animales.


8. Dromornis.


Perteneciente a la familia de los cisnes y gansos, el Dromornis se asemejaba a un emú gigante, que vivió en los bosques australianos. En un principio se pensaba que estas aves se alimentaban de plantas y semillas, aunque más tarde los científicos comenzaron a suponerse que, debido a la forma y dureza de su pico y mandíbula, esta especie podría ser carnívora. El Dromornis podía llegar a medir 3 metros de alto y pesar 500 kilogramos. Su cuello era alargado, y sus alas tenían un tamaño bastante pequeño en comparación con su cuerpo, por lo que se deduce que no era un ave voladora.


9. Hesperornis.


Este enorme pájaro nadador conocido como Hesperornis, pertenece al género de aves marinas que vivieron en un mar interior que se encontraba cubriendo parte de Norteamérica durante la época del Cretácico superior. En tierra era muy vulnerable a los ataques de otras especies, ya que no podía correr ni volar, sin embargo era un ávido nadador y buceador. Su boca estaba compuesta por una gran cantidad de afilados dientes con los que desgarraba a sus presas, en su mayoría peces y animales acuáticos. El Hesperornis medía 1,8 metros de largo y pesaba alrededor de los 28 kilogramos.


10. Anthropornis y Pachydyptes.


Los Anthropornis y Pachydyptes pertenecen a la familia del pingüino actual. Ambos vivieron en las aguas frías de Nueva Zelanda en la era del Eoceno, y su alimentación se basaba en peces. Si bien el Anthropornis era mayor en altura (1,8 metros frente a 1,6 metros de su pariente), el Pachydyptes lo era en peso (130 kilogramos frente a los 90 del Anthropornis). El Pachydyptes fue sustituido por los pequeños pingüinos que conocemos actualmente, y el Anthropornis se extinguió debido a su falta de plumaje y grasa cuando se congeló la Antártida.


11. Phorusrhacos.




El Phorusrhacos fue la última ave catalogada dentro de las “aves de terror”. Vivió en el continente americano hasta el final de la era glacial en zonas boscosas y llanuras. Medía aproximadamente 2 metros y medio de alto, y llegaba a pesar hasta 130 kilogramos, lo que le convertía en una de las aves carnívoras más letales. Su largo y fuerte pico y sus grandes garras, eran las herramientas utilizadas por esta ave para atacar y matar a sus presas. Esto lo hacía de dos formas, agarrando a su presa y dejándola caer de forma violenta contra el suelo, o golpeando a su presa con el pico en el cráneo.


12. Aepyornis.


Esta ave prehistórica también se conocía como ave elefante, y es que su tamaño era aproximadamente el doble que el de una avestruz actual. Procedente de Madagascar, lleva extinta desde el siglo XVII, aproximadamente cuando llegaron los primeros humanos a este país. Esto se produjo debido a la deforestación de las zonas donde anidaban, y a la caza de estas aves por parte de los habitantes de allí. Los Aepyornis tenían un largo cuello en forma de “ese” y un pequeño pico, lo que les facilitaba recoger las plantas de las que se alimentaban. Sus huevos medían alrededor de un metro de circunferencia, aproximadamente 160 veces más grande que el que pone una gallina.

(FOTOS COTRTESIA DE WIKIMEDIA.).

lunes, 12 de mayo de 2025

ESTA ES ,EOPLATYPLEURA MESSELENSIS, LA NUEVA ESPECIE DE CIGARRA CANTORA QUE VIVIÓ EN ALEMANIA HACE 47 MILLONES DE AÑOS.

 Cicadidae es una de las familias de insectos con mayor riqueza de especies en la actualidad. Sin embargo, en comparación con el número de especies vivas, el registro fósil de Cicadidae es extremadamente limitado. La especie recién descubierta, Eoplatypleura messelensis , no solo representa uno de los fósiles de Cicadidae más antiguos conocidos del continente euroasiático, sino también el registro confirmado más antiguo de la subfamilia Cicadinae a nivel mundial hasta la fecha.



Reconstrucción en vida de Eoplatypleura messelensis . Crédito de la imagen: Dinghua Yang.

Eoplatypleura messelensis vivió en Europa hace aproximadamente 47 millones de años (época del Eoceno).

“La familia de las cigarras verdaderas (Cicadidae) es uno de los grupos de insectos con mayor riqueza de especies en la actualidad”, afirmó la Dra. Sonja Wedmann, paleontóloga del Senckenberg Forschungsinstitut und Naturmuseum Frankfurt/Main.

“Sin embargo, hay muy pocos hallazgos fósiles en comparación con el gran número de especies modernas”.

Dentro de esta familia, el grupo Platypleurini es particularmente llamativo: tiene una amplia distribución y contiene muchas especies diferentes con características especiales.

“Por primera vez hemos descrito un fósil de este grupo de cigarras”.


Eoplatypleura messelensis , hembra adulta. Crédito de la imagen: Senckenberg Forschungsinstitut und Naturmuseum Frankfurt/Main.

Se encontraron dos especímenes fósiles de Eoplatypleura messelensis en Messel Pit, una mina a cielo abierto de esquisto bituminoso que se encuentra a 10 km al noreste de Darmstadt, en el estado alemán de Hesse.

“El nuevo fósil de Messel se caracteriza por una cabeza compacta con ojos compuestos discretos y alas anteriores anchas con un borde delantero notablemente curvado”, dijo el Dr. Hui Jiang, paleontólogo del Senckenberg Forschungsinstitut und Naturmuseum Frankfurt/Main, la Universidad Carolina, la Universidad de Bonn y el Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing.

“Aunque el fósil es una hembra, su clasificación sugiere que los machos de este grupo eran capaces de producir fuertes llamadas de apareamiento”.




El antiguo insecto tenía una longitud corporal de 2,65 cm y una envergadura de 6,82 cm, y se destaca por sus alas expansivas y con patrones llamativos.

“Estos patrones son similares a los de las especies modernas de cigarras del grupo Platypleurini, que viven en bosques y matorrales”, dijo el Dr. Jiang.

“Dada la vegetación subtropical presente en la zona de Messel hace unos 47 millones de años, la coloración podría haber cumplido una función ecológica similar, por ejemplo, como camuflaje”.

“ Eoplatypleura messelensis es uno de los representantes más antiguos conocidos de las cigarras verdaderas actuales en Eurasia y representa el registro más antiguo de la subfamilia Cicadinae en todo el mundo”, dijo el Dr. Wedmann.

“También es la primera cigarra zumbadora descrita del Pozo de Messel”.




“El descubrimiento no solo amplía nuestro conocimiento de la fauna de Messel Pit, sino que también cierra una brecha importante en la historia de las cigarras en el Eoceno”.

En el futuro, Eoplatypleura messelensis podría servir como una referencia cronológica importante para los estudios genéticos sobre la historia evolutiva de estos animales y proporcionar nuevos conocimientos sobre el origen y la propagación de los Platypleurini.

El artículo del equipo fue publicado el 29 de abril de 2025 en la revista Scientific Reports .


viernes, 11 de abril de 2025

SE LLAMA PLESIOPTERYS WIDI, EL NUEVO ESQUELETO FÓSIL DEL JURÁSICO HALLADO EN ALEMANIA.

 Los paleontólogos en Alemania han desenterrado un esqueleto excepcionalmente bien conservado de una especie de plesiosauroideo del Jurásico temprano llamada Plesiopterys wildi .



El esqueleto MH 7 de Plesiopterys wildi en vista ventral. Crédito de la imagen: Marx et al ., doi: 10.7717/peerj.18960.


Desde una perspectiva global, el Jurásico Temprano se caracterizó por la ruptura constante del supercontinente Pangea y las fluctuaciones climáticas asociadas que produjeron condiciones alternas de efecto invernadero y de congelación.

Estos cambios paleoambientales coincidieron con la radiación de varios grupos de reptiles, incluido Plesiosauria .

El registro fósil de plesiosaurios del Jurásico Temprano es especialmente diverso, con miembros de Plesiosauroidea, Pliosauridae y Rhomaleosauridae representados por numerosas especies de Europa, particularmente en Alemania e Inglaterra.

El esqueleto de 3 m de largo de Plesiopterys wildi ofrece nuevas pistas sobre la evolución y la distribución geográfica de los plesiosaurios del Jurásico Temprano.

El fósil, que data de hace 180 millones de años, fue encontrado en la Formación Posidonienschiefer cerca de Holzmaden, en el sur de Alemania.

El ejemplar, denominado MH 7, es uno de los esqueletos articulados de plesiosaurio más completos encontrados en la región.




“A diferencia de los ictiosaurios y sus parientes marinos, los cocodrilos, que dominan el registro fósil de esta formación, los plesiosaurios son comparativamente raros”, dijeron el paleontólogo de la Universidad de Lund, Miguel Marx, y sus colegas.

“El nuevo descubrimiento, por tanto, ofrece una visión poco común de la biodiversidad de estos reptiles marinos de cuello largo”.

“MH 7 representa un individuo subadulto, refinando las características conocidas de esta especie y confirmando su validez como un taxón distinto”.

El análisis filogenético indica que Plesiopterys wildi es un plesiosauroide de divergencia temprana, estrechamente relacionado con Franconiasaurus brevispinus .




El descubrimiento sugiere una transición evolutiva gradual hacia criptoclídidos más derivados del Jurásico Tardío", dijeron los paleontólogos.

“Esto apoya la idea de que las especies de plesiosaurios pueden haber sido regionalmente distintas dentro de los mares epicontinentales de la Europa del Jurásico Temprano, lo que refuerza los patrones de segregación paleobiogeográfica”.

“El espécimen de Holzmaden nos brinda una visión sin precedentes de Plesiopterys wildi en una etapa más madura de desarrollo, lo que nos permite refinar nuestra comprensión de esta especie y su lugar en la evolución del plesiosaurio”, dijo el Dr. Marx.

“También sugiere que comunidades distintas de plesiosaurios pueden haber evolucionado en diferentes regiones de los mares europeos durante el Jurásico Temprano”.

"Nuestra investigación refuerza la idea de que los plesiosaurios ya estaban desarrollando adaptaciones especializadas y linajes regionales distintos mucho antes de lo que creíamos", añadió el Dr. Sven Sachs, investigador del Naturkunde-Museum Bielefeld.

“Esto tiene implicaciones importantes para comprender cómo respondieron los reptiles marinos a los cambios ambientales en los mares Jurásico”.

El estudio fue publicado en la revista PeerJ.

lunes, 31 de marzo de 2025

ESTE ES EL DUONYCHUS TSOGTBAATARI LA NUEVA ESPECIE DE DINOSAURIO CON DOS GARRAS CURVAS HALLADO EN EL DESIERTO DE GOBI, MONGOLIA.

 Un peculiar dinosaurio con solo dos dedos armados con enormes garras curvas ha sido descubierto en el desierto de Gobi, en Mongolia. Bautizado como Duonychus tsogtbaatari o “dos garras”, este hallazgo sorprende a los científicos por romper el patrón de tres dedos común en su familia.






El fósil, desenterrado durante obras de construcción, revela una criatura de 3 metros de largo y unos 260 kg de peso que vivió hace unos 90 millones de años. Lo más impresionante: sus garras de 30 centímetros, que conservaban incluso restos de queratina, el mismo material de nuestras uñas. Esta vaina de queratina añadía más del 40 % a la longitud de la garra, lo que las hacía especialmente formidables.

“Es como si la evolución hubiera dicho ‘vamos a probar algo totalmente nuevo"”, explica Yoshitsugu Kobayashi, paleontólogo del Museo de la Universidad de Hokkaido en Japón y líder del estudio publicado en la revista iScience.




Aunque estaba emparentado con los temibles dinosaurios carnívoros, el Duonychus prefería la dieta vegetariana. Pertenecía a los terizinosaruios, dinosaurios caracterizados por su torso rotundo, cuello largo, cabeza pequeña, postura bípeda y plumas en el cuerpo.

El ejemplar usaba sus formidables garras principalmente para atraer ramas y alimentarse de hojas, aunque los investigadores especulan que también podrían haberle servido para defensa o incluso para reconocimiento entre su especie.

Este extraño dinosaurio compartía su hábitat semiárido con otros dinosaurios acorazados, con cuernos y antepasados más pequeños del Tyrannosaurus, detalló nuestro medio asociado DW.





Evolución de los dinosaurios: la reducción de dedos
Duonychus es un ejemplo de reducción digital; perder dedos de las manos o pies a través de la evolución. Los primeros vertebrados terrestres tenían ocho dígitos. Los dinosaurios más antiguos tenían manos con cinco dedos, al igual que las personas, pero muchos linajes de dinosaurios experimentaron reducción digital con el tiempo.

El descubrimiento de Duonychus significa que ahora hay no menos de cinco linajes de terópodos conocidos que han evolucionado independientemente para tener solo dos dedos en cada mano. El más famoso de estos fue el T. rex, un miembro del grupo llamado tiranosaurios cuyos diminutos brazos estaban fuera de proporción con su enorme cabeza y torso.

Entonces, ¿por qué sería beneficioso tener menos dedos? “Con los dinosaurios que agarraban vegetación durante la búsqueda de alimento, uno pensaría que más dedos sería mejor. Obviamente, ese no era el caso con Duonychus, ya que su construcción de mano con dos dedos parecía adaptarle perfectamente. Sospecho que podría haber tenido un comportamiento alimentario especializado o una fuente de alimento”, dijo la paleontóloga y coautora del estudio Darla Zelenitsky de la Universidad de Calgary en Canadá.

“Los tiranosaurios eran bestias hipercarnívoras con cráneos y mandíbulas masivos diseñados para atrapar y matar presas”, añadió Zelenitsky. “Para ellos, los dedos y los brazos probablemente se redujeron porque eran bastante inútiles en comparación con su cráneo”.







jueves, 13 de febrero de 2025

ENCUENTRAN EN LA ANTARTIDA EL FÓSIL DE UN ANCESTRO TEMPRANO DE LOS PATOS Y GANZOS

 El hallazgo de un cráneo fósil casi completo de Vegavis iaai en la Antártida confirma su relación con las aves acuáticas modernas y aporta nuevas claves sobre su evolución.



Hace 69 millones de años, en un mundo dominado por dinosaurios, un ancestro temprano de los patos y gansos modernos surcaba los cielos de la Antártida. Se trata de Vegavis iaai, un ave que ha sido motivo de debate entre paleontólogos durante más de dos décadas. Recientemente, el descubrimiento de un cráneo fósil casi completo ha permitido confirmar su posición evolutiva dentro del grupo de aves modernas.

Este hallazgo,  cuenta sobre la evolución de las aves acuáticas y destaca el papel de la Antártida como un refugio evolutivo clave durante el Cretácico tardío. El estudio fue liderado por Christopher Torres, investigador de la National Science Foundation (NSF), en colaboración con un equipo internacional de científicos.



El hallazgo de Vegavis iaai ha supuesto un avance en la comprensión de la evolución de las aves modernas. Aunque los primeros restos fueron descubiertos en 2011 durante una expedición del Proyecto de Paleontología de la Península Antártica, no fue hasta ahora que el análisis de un cráneo fósil casi completo ha permitido ubicar con certeza a esta especie en el árbol evolutivo de las aves.

Gracias a la conservación excepcional del cráneo, los investigadores han identificado una combinación de rasgos anatómicos que vinculan a Vegavis con el linaje de las aves acuáticas modernas, como patos y gansos.

Pocas aves han generado tantas discusiones entre los paleontólogos como Vegavis", señala Torres, ahora profesor en la Universidad del Pacífico. "Este nuevo fósil ayudará a resolver muchas de esas discusiones, confirmando su lugar en la evolución de las aves modernas".



Uno de los aspectos más fascinantes de este descubrimiento es su contexto geográfico. Hace unos 66 millones de años, un asteroide impactó en la península de Yucatán, provocando la extinción masiva de los dinosaurios no aviares. Sin embargo, la Antártida, con su clima templado y abundante vegetación en el Cretácico tardío, pudo haber servido como refugio para diversas especies, incluidas las aves primitivas.

Según Patrick O'Connor, coautor del estudio y profesor en la Universidad de Ohio, "este fósil subraya que la Antártida tiene mucho que decirnos sobre las primeras etapas de la evolución de las aves modernas". Las condiciones ambientales y el aislamiento geográfico del continente austral pudieron haber favorecido la aparición de rasgos más avanzados en aves como Vegavis.

CARACTERISTICAS.

Pico largo y puntiagudo: adaptado para la captura de presas acuáticas.

Músculos mandibulares potentes: permitían superar la resistencia del agua durante la caza.

Adaptación al buceo: utilizaba sus patas para propulsarse bajo el agua, a diferencia de los patos y gansos modernos.

Estructura cerebral avanzada: muestra un desarrollo similar al de las aves acuáticas actuales.


miércoles, 22 de enero de 2025

EL ORÍGEN DE LOS ÁBOLES.

 El planeta Tierra es el hogar de una asombrosa diversidad de formas de vida, y los árboles se encuentran entre sus habitantes más icónicos. Pero ¿alguna vez te has preguntado cuándo y cómo aparecieron los primeros árboles en el planeta? La historia de los árboles comienza hace cientos de millones de años y está intrínsecamente ligada a la evolución de la vida en la Tierra y a los cambios climáticos que modelaron nuestro mundo.



Antes de que los árboles existieran, la vida vegetal comenzó en los océanos primitivos. Los primeros organismos fotosintéticos fueron cianobacterias, que aparecieron hace unos 3.500 millones de años. Estas bacterias jugaron un papel crucial en la producción de oxígeno y en la creación de una atmósfera respirable. Posteriormente, hace unos 700 millones de años, surgieron las primeras algas multicelulares, que evolucionaron a partir de estas primitivas cianobacterias.

Con el paso de los milenios, algunas algas comenzaron a adaptarse a la vida fuera del agua, dando origen a las plantas terrestres hace aproximadamente 470 millones de años, durante el Período Ordovícico. Estas plantas primitivas no tenían ni hojas ni raíces verdaderas, pero marcaron el inicio de la conquista de la tierra firme.



El siguiente gran salto evolutivo se produjo durante el Período Silúrico, hace unos 430 millones de años, cuando surgieron las primeras plantas vasculares. Estas plantas, como Cooksonia, desarrollaron un sistema de tejidos vasculares que les permitió transportar agua y nutrientes de manera más eficiente, permitiéndoles crecer más y colonizar ambientes terrestres más secos.

La aparición de tejidos vasculares también permitió el desarrollo de estructuras más complejas, como hojas y raíces. Este avance facilitó la captura de luz solar y la absorción de agua y minerales, elementos clave para el crecimiento y la reproducción de las plantas terrestres.



El Carbonífero, la Era Dorada de los Árboles Primigenios.

Hace unos 360 millones de años, durante el Período Carbonífero, surgieron los primeros árboles verdaderos y se formaron los primeros bosques densos. Entre las especies destacadas de esta época se encuentran los licófitos gigantes (como Lepidodendron) y los equisetos arborescentes (como Calamites), que podían alcanzar alturas de hasta 30 metros.

Estos primeros bosques tuvieron un impacto significativo en el planeta: incrementaron los niveles de oxígeno en la atmósfera y redujeron el dióxido de carbono, lo que contribuyó al enfriamiento del clima global. Además, sus restos orgánicos acumulados durante millones de años se convirtieron en los vastos depósitos de carbón que hoy explotamos como combustibles fósiles.



Las Coníferas Dominan el Mesozoico

 Con el paso del tiempo, las condiciones climáticas cambiaron y nuevas especies de plantas comenzaron a dominar el paisaje. Durante el Período Pérmico y el Triásico, hace entre 300 y 200 millones de años, las gimnospermas, como las coníferas, cicas y ginkgos, se diversificaron y proliferaron. Estas plantas desarrollaron semillas, una innovación evolutiva clave que les permitió reproducirse en condiciones más adversas y colonizar nuevos hábitats.

Las gimnospermas dominaron los ecosistemas terrestres durante el Mesozoico, la era de los dinosaurios, formando vastos bosques que sirvieron de alimento y refugio para muchas especies animales.



La Llegada de los Árboles con Flores

 Finalmente, hace unos 140 millones de años, durante el Cretácico, aparecieron las angiospermas, las plantas con flores. Este grupo incluye a la mayoría de los árboles modernos, como robles, arces y magnolios. La aparición de las flores y los frutos revolucionó la reproducción vegetal al facilitar la polinización por insectos y la dispersión de semillas a través de animales.

Las angiospermas se adaptaron rápidamente a una amplia variedad de entornos, lo que les permitió desplazar a muchas gimnospermas y convertirse en las plantas dominantes en la mayor parte del mundo.



El Legado de los Árboles en el Planeta

 Hoy en día, los árboles desempeñan un papel crucial en los ecosistemas terrestres. No solo producen oxígeno y absorben dióxido de carbono, sino que también proporcionan hábitat para una inmensa variedad de especies, regulan el clima local y global, y forman parte esencial de la cultura y la economía humanas.

Estudiar el origen de los árboles no solo nos permite comprender mejor la historia de la vida en la Tierra, sino también valorar su importancia en un mundo que enfrenta retos ambientales sin precedentes. Conservar los bosques y promover la reforestación es clave para asegurar un futuro sostenible para nuestro planeta.


viernes, 18 de octubre de 2024

SAURÓPODOS, LOS GIGANTES DE LA TIERRA.

 Los saurópodos, que significa patas de reptil, forman un extenso grupo de dinosaurios Sauristiquios que incluía algunos de los animales más grandes que hayan existido jamás. Era uno de los grupos más fáciles de identificar, los cuales se parecían mucho unos a otros. Son los mayores dinosaurios, y también los mayores animales terrestres, que han caminado sobre la Tierra.




Tenían un cuerpo enorme que iba estrechándose hacia delante, formando un cuello notablemente largo, y hacia atrás, con una cola más larga todavía, esto último con algunas excepciones. El cuello era una de las características más notables de los saurópodos, que era largo, esbelto y flexible. Se nutrían de las hojas más altas de los árboles, en cierto modo como las jirafas actuales. A veces se erguían sobre las patas traseras para alcanzar más arriba. El cuello terminaba en una cabeza de pequeñez ridícula, con las fosas nasales encima de ella. No parece que las mandíbulas hayan sido muy fuertes; tenían dientes débiles en forma de estacas o de cuchara, apropiados tan sólo para alimentarse de vegetación blanda, y con ellos podían comer tanto los brotes tiernos de las plantas acuáticas como las hojas de las copas más altas. Sus dientes no eran aptos para triturar, lo que hace suponer que tragaban la comida sin masticarla; sin embargo, probablemente ésta quedaba completamente triturada por los gastrolitos, piedras, en la molleja o estómago muscular; previamente tragados antes del almuerzo. 



La cola era gruesa en la base, pero delgada y como un látigo hacia su extremo; es posible que el animal la utilizara para azotar a sus enemigos, como lo hacen algunos lagartos modernos, pues no tenía otro medio de autodefensa. Las patas eran largas, rectas como columnas, con pies dotados de cortos dedos, en conjunto bastante parecidas a las de un elefante, y, aunque las patas grandes y pesadas eran parecidas a las de estos mamíferos, presentaban en ellas garras y pezuñas como en otros reptiles. Los de larga cola, como los diplodócidos, y como hemos dicho antes, podían erguirse sobre las patas traseras y la cola, y utilizar las garras de las patas delanteras para defenderse del enemigo.



Como grupo, los saurópodos estaban entre los dinosaurios que prosperaron en mayor medida: existieron desde el principio del Jurásico hasta el Cretácico Tardío, hace entre 208 y 66 millones de años, y se extendieron por todo el mundo.

Las familias de los vulcanodóntidos y cetiosaurios fueron unas de las primeras que pasearon por la tierra. Tenían la columna vertebral más fuerte que muchos que surgieron más tarde, como los camarasáuridos, y con orificios en las vértebras que la hacían mucho más ligera que lo que correspondería por su tamaño. Podríamos suponer que los primeros saurópodos fueron relativamente pequeños y que su tamaño aumentó con el paso del tiempo; así, las formas del Jurásico superior serían más grandes que las del inferior, y las del Cretácico todavía serían mayores. Los hechos, sin embargo, se han revelado diferentes: los saurópodos del Jurásico superior son los más numerosos, variados y grandes de todos.



Observemos con más atención algunos de éstos. Un saurópodo típico y bien conocido es el Apatosaurus, llamado impropiamente Brontosaurus. Este dinosaurio del Jurásico superior, hallado en el oeste norteamericano, medía 21 metros de largo, tenía 4 metros y medio de altura en la cruz y pesaba casi unas 30 toneladas.



En los mismos yacimientos del Apatosaurus se encuentra el Diplodocus. Este famoso dinosaurio era uno de los saurópodos más largos, que con sus 27 metros de cabeza a rabo, casi lo mismo que una ballena azul, que con una longitud de alrededor de los 30 metros, es el más largo animal viviente. Era similar al Apatosaurus, pero más largo y delgado; su peso era de tan sólo 10 toneladas.



Un saurópodo de Inglaterra que también posee la misma forma típica del grupo es el Cetiosauriscus, similar en algunos aspectos al Cetiosaurus, el primer saurópodo descubierto. El Cetiosauriscus se encuentra en los estratos inferiores del Jurásico superior y fue algo más pequeño, pues no superaba los 15 metros de largo. Sus restos suelen ser mucho más fragmentarios que los bien preservados de sus parientes norteamericanos, pero un esqueleto bastante buen, el mejor encontrado hasta ahora, se excavó cerca de Stamford, Licolnshire, en 1.968.



Bastante diferente de todos estos fue el Brachiosaurus, del Jurásico superior, hallado en el oeste de Estados Unidos y en Tanzania. A diferencia de casi todos los demás dinosaurios, tenía las patas delanteras más largas que las traseras; debido a esto, su espalda ascendía profundamente hacia el cuello, que se mantenía erguido verticalmente. Hasta hace pocos años se creía que era el animal terrestre más grande que jamás había vivido. La cabeza estaba a 12 metros y medio del suelo, lo bastante alta para mirar por un edificio de cuatro plantas; sólo el hueso del brazo mide más de 2 metros, y se ha calculado que su peso ha de unos 50 toneladas, quizá más, de 10 a 12 veces más pesado que el elefante más grande. Sólo un museo tiene un esqueleto completo montado de esta enorme bestia: el Museo de Ciencias Naturales de Berlín Oriental. Pero, en 1972, se encontraron en Colorado algunos huesos de dos nuevos dinosaurios saurópodos, aún mayores que el Brachiosaurus. Una sola de sus vértebras medían cerca de 1 metro y medio de largo. Estos animales, al que todavía no se les ha dado un nombre verdadero, sino que se les conoce como Supersaurus, de 13 0 14 metros de alto y 25 de largo, y Ultrasauros, de 15 metros de alto y 30 de largo, siendo el dinosaurio más pesado y alto, y los dos pesarían más que las 50 toneladas del Brachiosaurus. 

Pero el más largo de todos estaba aún por llegar. Hace muy poco tiempo, en México, se ha encontrado un nuevo dinosaurio que hoy día aún se sigue excavando: se le ha llamado Seismosaurus, con una longitud de 43 metros, es el dinosaurio más grande. El mayor dinosaurio conocido por el hombre contrasta profundamente con otro dinosaurio hallado en fecha reciente, 1.977, en Argentina, en un yacimiento del Triásico superior o Jurásico inferior. Este nuevo dinosaurio, descrito a partir de varios especimenes como Mussaurus, es el más pequeño que se conoce y no era mayor que un tordo; su esqueleto tiene cierto parecido con el de un Prosaurópodo, pero su diminuto cráneo es notablemente parecido al de un saurópodo. Las proporciones del cráneo, los ojos y las patas sugieren que podría tratarse de un individuo joven, incluso una cría. Cerca de los esqueletos se encontraron dos pequeños huevos en excelente estado de conservación. Por las proporciones, probablemente este dinosaurio no era el más pequeño, sino que esas crías de adultas quizá medirían unos 2 metros.

Un dinosaurio que se tiene bastante certeza de su pequeñez de adulto era el Micropachycephalosaurus, un pequeño ornistiquio de China, que con su tamaño no mayor que un conejo, sería este el más pequeño.




Los huesos de algunos de estos dinosaurios eran alveolares, dotados de plerocelos, huecos, para aligerarlos de peso. Los pies de los saurópodos no son anchos y extensos, como suele ocurrir en los animales que caminan por el barro blando o la arena suelta; por el contrario, son pequeños y compactos en relación con el tamaño del animal, de modo que si éste hubiese entrado en un pantano se habría quedado irremediablemente atascado en el lodo. Finalmente, la naturaleza de los sedimentos en los que los saurópodos suelen estar enterrados no sugieren un entorno pantanoso, y los demás fósiles encontrados con ellos son principalmente restos de plantas y animales que vivieron en tierra firme.



los saurópodos poseían un abultamiento de la médula espinal a la altura de la pelvis, que era mucho mayor que el que poseen los demás vertebrados terrestres.

ese abultamiento tenía que ver, sobre todo, con el control automático de las extremidades inferiores y la cola. Y, por otro lado, puede no haber sido tan grande como generalmente se cree, pues la cavidad correspondiente a las vértebras quizá estuviera ocupada en gran parte por un tejido que almacena de glucógeno, como ocurre en algunos vertebrados actuales.

Por cierto, los descubrimientos recientes han demostrado que algunos saurópodos del Cretácico superior poseían unas placas óseas de protección incrustadas en la piel.


Aunque el tamaño del cuerpo era gigantesco, los saurópodos no producían huevos de un tamaño en consonancia. Si hubiera sido así, la cáscara habría tenido que ser tan gruesa que ni el aire hubiera podido pasar a través de ella para cubrir las necesidades del embrión, ni éste hubiera podido romper la cáscara cuando estuviera preparado para nacer. Lo que sabemos de los huevos de los saurópodos se basa en abundantes hallazgos de cáscaras de huevos, en ocasiones de huevos enteros y a veces incluso de nidadas completas, con frecuencia formadas por cinco huevos, en el sur de Francia. Estos huevos tienen una forma entre oval y redonda, con el eje más largo de unos 25 centímetros de longitud, y una áspera superficie exterior cubierta de pequeñas protuberancias. El único animal cuyos restos se encuentran en los mismos estratos y que fue lo bastante grande para haber producido tales huevos es un saurópodo llamado Hypselosaurus.



PERIJASAURUS LAPAZ

Una nueva especie de saurópodo, un dinosaurio de cuello largo, fue identificada en la serranía del Perijá, la parte más septentrional de la cordillera de los Andes, donde habitó hace 175 millones de años.

Se trata del "Perijasaurus lapaz", un dinosaurio herbívoro nombrado así en reconocimiento a la zona donde se encontraron los fósiles y al acuerdo de paz de Colombia de 2016, que permitió a los científicos desarrollar la investigación más de 70 años después de que los restos fueran hallados, en 1943.
Perijasaurus lapaz es la única especie conocida del género extinto Perijasaurus 
( "lagarto del Perijá"), un dinosaurio saurópodo eusaurópodo basal, que vivió a principios del período Jurásico, hace aproximadamente 175 millones de años, en la época del Toarciense, en lo que es hoy Sudamérica. Sus restos se hallaron en las "rocas rojizas tipo Girón" de la Formación La Quinta del departamento de Cesar, en Colombia.