viernes, 18 de octubre de 2024

SAURÓPODOS, LOS GIGANTES DE LA TIERRA.

 Los saurópodos, que significa patas de reptil, forman un extenso grupo de dinosaurios Sauristiquios que incluía algunos de los animales más grandes que hayan existido jamás. Era uno de los grupos más fáciles de identificar, los cuales se parecían mucho unos a otros. Son los mayores dinosaurios, y también los mayores animales terrestres, que han caminado sobre la Tierra.




Tenían un cuerpo enorme que iba estrechándose hacia delante, formando un cuello notablemente largo, y hacia atrás, con una cola más larga todavía, esto último con algunas excepciones. El cuello era una de las características más notables de los saurópodos, que era largo, esbelto y flexible. Se nutrían de las hojas más altas de los árboles, en cierto modo como las jirafas actuales. A veces se erguían sobre las patas traseras para alcanzar más arriba. El cuello terminaba en una cabeza de pequeñez ridícula, con las fosas nasales encima de ella. No parece que las mandíbulas hayan sido muy fuertes; tenían dientes débiles en forma de estacas o de cuchara, apropiados tan sólo para alimentarse de vegetación blanda, y con ellos podían comer tanto los brotes tiernos de las plantas acuáticas como las hojas de las copas más altas. Sus dientes no eran aptos para triturar, lo que hace suponer que tragaban la comida sin masticarla; sin embargo, probablemente ésta quedaba completamente triturada por los gastrolitos, piedras, en la molleja o estómago muscular; previamente tragados antes del almuerzo. 



La cola era gruesa en la base, pero delgada y como un látigo hacia su extremo; es posible que el animal la utilizara para azotar a sus enemigos, como lo hacen algunos lagartos modernos, pues no tenía otro medio de autodefensa. Las patas eran largas, rectas como columnas, con pies dotados de cortos dedos, en conjunto bastante parecidas a las de un elefante, y, aunque las patas grandes y pesadas eran parecidas a las de estos mamíferos, presentaban en ellas garras y pezuñas como en otros reptiles. Los de larga cola, como los diplodócidos, y como hemos dicho antes, podían erguirse sobre las patas traseras y la cola, y utilizar las garras de las patas delanteras para defenderse del enemigo.



Como grupo, los saurópodos estaban entre los dinosaurios que prosperaron en mayor medida: existieron desde el principio del Jurásico hasta el Cretácico Tardío, hace entre 208 y 66 millones de años, y se extendieron por todo el mundo.

Las familias de los vulcanodóntidos y cetiosaurios fueron unas de las primeras que pasearon por la tierra. Tenían la columna vertebral más fuerte que muchos que surgieron más tarde, como los camarasáuridos, y con orificios en las vértebras que la hacían mucho más ligera que lo que correspondería por su tamaño. Podríamos suponer que los primeros saurópodos fueron relativamente pequeños y que su tamaño aumentó con el paso del tiempo; así, las formas del Jurásico superior serían más grandes que las del inferior, y las del Cretácico todavía serían mayores. Los hechos, sin embargo, se han revelado diferentes: los saurópodos del Jurásico superior son los más numerosos, variados y grandes de todos.



Observemos con más atención algunos de éstos. Un saurópodo típico y bien conocido es el Apatosaurus, llamado impropiamente Brontosaurus. Este dinosaurio del Jurásico superior, hallado en el oeste norteamericano, medía 21 metros de largo, tenía 4 metros y medio de altura en la cruz y pesaba casi unas 30 toneladas.



En los mismos yacimientos del Apatosaurus se encuentra el Diplodocus. Este famoso dinosaurio era uno de los saurópodos más largos, que con sus 27 metros de cabeza a rabo, casi lo mismo que una ballena azul, que con una longitud de alrededor de los 30 metros, es el más largo animal viviente. Era similar al Apatosaurus, pero más largo y delgado; su peso era de tan sólo 10 toneladas.



Un saurópodo de Inglaterra que también posee la misma forma típica del grupo es el Cetiosauriscus, similar en algunos aspectos al Cetiosaurus, el primer saurópodo descubierto. El Cetiosauriscus se encuentra en los estratos inferiores del Jurásico superior y fue algo más pequeño, pues no superaba los 15 metros de largo. Sus restos suelen ser mucho más fragmentarios que los bien preservados de sus parientes norteamericanos, pero un esqueleto bastante buen, el mejor encontrado hasta ahora, se excavó cerca de Stamford, Licolnshire, en 1.968.



Bastante diferente de todos estos fue el Brachiosaurus, del Jurásico superior, hallado en el oeste de Estados Unidos y en Tanzania. A diferencia de casi todos los demás dinosaurios, tenía las patas delanteras más largas que las traseras; debido a esto, su espalda ascendía profundamente hacia el cuello, que se mantenía erguido verticalmente. Hasta hace pocos años se creía que era el animal terrestre más grande que jamás había vivido. La cabeza estaba a 12 metros y medio del suelo, lo bastante alta para mirar por un edificio de cuatro plantas; sólo el hueso del brazo mide más de 2 metros, y se ha calculado que su peso ha de unos 50 toneladas, quizá más, de 10 a 12 veces más pesado que el elefante más grande. Sólo un museo tiene un esqueleto completo montado de esta enorme bestia: el Museo de Ciencias Naturales de Berlín Oriental. Pero, en 1972, se encontraron en Colorado algunos huesos de dos nuevos dinosaurios saurópodos, aún mayores que el Brachiosaurus. Una sola de sus vértebras medían cerca de 1 metro y medio de largo. Estos animales, al que todavía no se les ha dado un nombre verdadero, sino que se les conoce como Supersaurus, de 13 0 14 metros de alto y 25 de largo, y Ultrasauros, de 15 metros de alto y 30 de largo, siendo el dinosaurio más pesado y alto, y los dos pesarían más que las 50 toneladas del Brachiosaurus. 

Pero el más largo de todos estaba aún por llegar. Hace muy poco tiempo, en México, se ha encontrado un nuevo dinosaurio que hoy día aún se sigue excavando: se le ha llamado Seismosaurus, con una longitud de 43 metros, es el dinosaurio más grande. El mayor dinosaurio conocido por el hombre contrasta profundamente con otro dinosaurio hallado en fecha reciente, 1.977, en Argentina, en un yacimiento del Triásico superior o Jurásico inferior. Este nuevo dinosaurio, descrito a partir de varios especimenes como Mussaurus, es el más pequeño que se conoce y no era mayor que un tordo; su esqueleto tiene cierto parecido con el de un Prosaurópodo, pero su diminuto cráneo es notablemente parecido al de un saurópodo. Las proporciones del cráneo, los ojos y las patas sugieren que podría tratarse de un individuo joven, incluso una cría. Cerca de los esqueletos se encontraron dos pequeños huevos en excelente estado de conservación. Por las proporciones, probablemente este dinosaurio no era el más pequeño, sino que esas crías de adultas quizá medirían unos 2 metros.

Un dinosaurio que se tiene bastante certeza de su pequeñez de adulto era el Micropachycephalosaurus, un pequeño ornistiquio de China, que con su tamaño no mayor que un conejo, sería este el más pequeño.




Los huesos de algunos de estos dinosaurios eran alveolares, dotados de plerocelos, huecos, para aligerarlos de peso. Los pies de los saurópodos no son anchos y extensos, como suele ocurrir en los animales que caminan por el barro blando o la arena suelta; por el contrario, son pequeños y compactos en relación con el tamaño del animal, de modo que si éste hubiese entrado en un pantano se habría quedado irremediablemente atascado en el lodo. Finalmente, la naturaleza de los sedimentos en los que los saurópodos suelen estar enterrados no sugieren un entorno pantanoso, y los demás fósiles encontrados con ellos son principalmente restos de plantas y animales que vivieron en tierra firme.



los saurópodos poseían un abultamiento de la médula espinal a la altura de la pelvis, que era mucho mayor que el que poseen los demás vertebrados terrestres.

ese abultamiento tenía que ver, sobre todo, con el control automático de las extremidades inferiores y la cola. Y, por otro lado, puede no haber sido tan grande como generalmente se cree, pues la cavidad correspondiente a las vértebras quizá estuviera ocupada en gran parte por un tejido que almacena de glucógeno, como ocurre en algunos vertebrados actuales.

Por cierto, los descubrimientos recientes han demostrado que algunos saurópodos del Cretácico superior poseían unas placas óseas de protección incrustadas en la piel.


Aunque el tamaño del cuerpo era gigantesco, los saurópodos no producían huevos de un tamaño en consonancia. Si hubiera sido así, la cáscara habría tenido que ser tan gruesa que ni el aire hubiera podido pasar a través de ella para cubrir las necesidades del embrión, ni éste hubiera podido romper la cáscara cuando estuviera preparado para nacer. Lo que sabemos de los huevos de los saurópodos se basa en abundantes hallazgos de cáscaras de huevos, en ocasiones de huevos enteros y a veces incluso de nidadas completas, con frecuencia formadas por cinco huevos, en el sur de Francia. Estos huevos tienen una forma entre oval y redonda, con el eje más largo de unos 25 centímetros de longitud, y una áspera superficie exterior cubierta de pequeñas protuberancias. El único animal cuyos restos se encuentran en los mismos estratos y que fue lo bastante grande para haber producido tales huevos es un saurópodo llamado Hypselosaurus.



PERIJASAURUS LAPAZ

Una nueva especie de saurópodo, un dinosaurio de cuello largo, fue identificada en la serranía del Perijá, la parte más septentrional de la cordillera de los Andes, donde habitó hace 175 millones de años.

Se trata del "Perijasaurus lapaz", un dinosaurio herbívoro nombrado así en reconocimiento a la zona donde se encontraron los fósiles y al acuerdo de paz de Colombia de 2016, que permitió a los científicos desarrollar la investigación más de 70 años después de que los restos fueran hallados, en 1943.
Perijasaurus lapaz es la única especie conocida del género extinto Perijasaurus 
( "lagarto del Perijá"), un dinosaurio saurópodo eusaurópodo basal, que vivió a principios del período Jurásico, hace aproximadamente 175 millones de años, en la época del Toarciense, en lo que es hoy Sudamérica. Sus restos se hallaron en las "rocas rojizas tipo Girón" de la Formación La Quinta del departamento de Cesar, en Colombia.

martes, 1 de octubre de 2024

EL GODZILLA DEL ÁRTICO.

 Recientemente se han descubierto fósiles de un antiguo reptil marino en el Ártico que ha sido comparado con el icónico personaje de Godzilla. Este reptil marino pertenece a un grupo extinto conocido como ictiosaurios, que eran reptiles marinos que vivieron durante la era Mesozoica, hace aproximadamente 250-90 millones de años.

El fósil en cuestión, que ha sido apodado como «Godzilla del Ártico», es el cráneo casi completo de un ictiosaurio descubierto en la isla de Spitsbergen, en Noruega. El fósil tiene una longitud de más de 3 metros y se estima que vivió hace unos 150 millones de años, durante el Jurásico Medio.



Este fósil es considerado uno de los más antiguos y completos de un ictiosaurio encontrado en el Ártico, lo que lo convierte en un hallazgo de gran importancia científica. Los ictiosaurios eran reptiles marinos altamente adaptados a la vida en el océano, con cuerpos hidrodinámicos y extremidades en forma de aletas. Eran depredadores carnívoros y se cree que eran excelentes nadadores y cazadores en su tiempo.


Foto: Current Biology // Descubrieron los fósiles de un enorme reptil marino en el Ártico.

El descubrimiento de estos fósiles en el Ártico también arroja luz sobre la distribución y diversidad de los ictiosaurios durante el Jurásico, ya que se pensaba que estos reptiles marinos preferían aguas más cálidas. El hecho de encontrar un fósil tan completo en el Ártico sugiere que los ictiosaurios podrían haber tenido una distribución más amplia de lo que se creía anteriormente.


Este hallazgo resalta la importancia de la paleontología en la comprensión de la historia de la vida en la Tierra y la evolución de las especies. El estudio de estos fósiles proporciona valiosa información sobre la anatomía, la ecología y la evolución de estos antiguos reptiles marinos, y nos ayuda a reconstruir la historia del mundo prehistórico en el que vivieron.

lunes, 26 de agosto de 2024

TODO SE ACLARA A LA LUZ DE LA PALEONTOLOGÍA.

 La muela gigante de San Agustín y los elefantes extintos de Cuvier.

"Yo mismo vi, y no solo, sino algunos otros conmigo, en la costa de Útica o Biserta, un diente molar de un hombre, tan grande que si le partieran por medio e hicieran otros del tamaño de los nuestros, me parece que pudieran hacerse ciento de ellos; pero creo que aquél fuese de algún gigante".

San Agustín, La Ciudad de Dios, libro XV, capítulo IX.



SAN AGUSTÍN.

Agustín de Hipona, o San Agustín, es uno de los más importantes padres de la Iglesia.  En La Ciudad de Dios, Agustín presenta una serie de reflexiones sobre lo humano y sobre lo divino en el contexto de los turbulentos tiempos del siglo V que vieron el final del otrora poderoso Imperio Romano.  ¿Por qué un sabio de la estatura de San Agustín, en un libro eminentemente religioso, discute el hallazgo de un diente molar gigantesco?  En el libro XV de su libro, Agustín discute la existencia en el pasado de seres humanos de gran talla, tal como lo señala la Biblia.  “Existían entonces los gigantes en la tierra”, nos explica el libro del Génesis, “y también después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos.  Estos son los héroes famosos muy de antiguo.”


Molares de elefante asiático (izquierda) y africano (derecha). Flower y Lydekker 1891.

El molar que Agustín vio en la costa de lo que entonces era el proconsulado africano del Imperio Romano era para el sabio cristiano una prueba tangible de los gigantes antediluvianos mencionados en la Biblia.  Invocando los escritos de Plinio el Viejo, Agustín argumenta que los hombres se han ido haciendo paulatinamente más pequeños y menos longevos desde los tiempos del Antiguo Testamento.  El molar hallado en Útica era, en la visión de Agustín, una prueba irrefutable de la existencia de los gigantes del Génesis.  Hoy en día sabemos que el diente gigantesco que observó San Agustín perteneció muy probablemente a un mamut, un tipo de elefante extinto del que se han encontrado restos fósiles en diversas partes de América del Norte, Eurasia y el Norte de África, incluyendo el área donde antiguamente se encontraba el puerto de Útica, en lo que hoy es Túnez.  Específicamente, el mamut africano vivió en el norte de África en el Plioceno, hace más de dos millones de años.


Hernán Cortés, la Malinche y un noble tlaxcalteca (tal vez Xicoténcatl). Lienzo de Tlaxcala

Los fósiles de mamut y otros parientes extintos de los elefantes son relativamente comunes en muchos sitios, y diferentes culturas han tratado de explicar la existencia de huesos y dientes gigantescos de estos animales dentro de su propia cosmovisión.  Por ejemplo, Los tlaxcaltecas prehispánicos del centro de México, acérrimos rivales de los aztecas, contaban la historia de que sus ancestros habían logrado vencer a una raza de gigantes que eran los pobladores originales de sus tierras.  Cuando los españoles de Hernán Cortés llegaron a la Tlaxcala de principios del siglo XVI, el orgulloso líder Xicoténcatl ordenó mostrar a los conquistadores, como prueba de estas historias, un gigantesco hueso que, en palabras de Bernal Díaz del Castillo, “era muy grueso, el altor tamaño como un hombre de razonable estatura, y aquel zancarrón era desde la rodilla hasta la cadera.”  El hueso en cuestión en realidad seguramente perteneció a un mamut o a un mastodonte, otra especie de elefante extinto relativamente común en México hasta el final del Pleistoceno, hace unos 11,000 años.

En varias islas del Mediterráneo se pueden encontrar huesos fósiles de pequeños elefantes que se extinguieron hace unos cuantos miles de años.  Los cráneos de estos animales son de todas maneras mucho más grandes que los de los humanos, y presentan en su centro la peculiar cavidad nasal, que es un orificio de gran tamaño en el que se inserta la trompa.  Como las órbitas de los ojos son muy pequeñas en los elefantes, los cráneos dan la impresión de tener un único hueco, de gran tamaño, justo en la parte media.  Othenio Abel, un paleontólogo de principios del siglo XX, especuló que el hallazgo de estos cráneos en las islas mediterráneas podía haber inspirado en los griegos clásicos la leyenda de los cíclopes, la raza de gigantes con un solo ojo.

El estudio científico de los fósiles de mamut en Europa avanzó muy lentamente, debido precisamente a las ideas preconcebidas basadas en las creencias religiosas.  Todavía en 1613, Nicholas Habicot, un médico y anatomista francés, escribió un ensayo llamado Gigantostologie en el que se describen unos huesos hallados en el sureste de Francia como los restos de un gigante humano antediluviano.  Al poco tiempo, Jean Riolan, un botánico, escribió en forma anónima una crítica a Habicot, llamada Gigantologie, en la que sugiere que los huesos de gran tamaño podrían ser de elefante.


GEORGE CUVIER.

Finalmente, en 1796, Georges Cuvier mostró con contundencia científica que los huesos y dientes de gran tamaño que la mayoría consideraba evidencia de los gigantes bíblicos eran en realidad restos de elefantes extintos.  En su Memoria sobre las especies de elefantes, vivientes y fósiles, leída ante el Instituto Nacional de Francia, Cuvier mostró que las diferencias entre un elefante asiático y uno africano eran suficientes como para considerarlos especies separadas. Más aún, el sabio francés concluyó, refiriéndose al mamut siberiano y al “animal de Ohio” (el mastodonte) que: Estos animales [fósiles] por tanto difieren del elefante tanto como, o aún más, que lo que un perro difiere de un chacal o una hiena.


Cráneo de elefante. Imagen: California Academy of Sciences

Con sus detalladas observaciones, Cuvier no solo mostró que los huesos de supuestos gigantes del pasado no eran sino restos de elefantes, sino que además llegó a la inescapable conclusión de que estos elefantes pertenecían a especies que se extinguieron en un pasado remoto.  En la época, la idea de que un animal pudiera extinguirse iba en contra de la concepción, también basada en principios religiosos, de que existía un orden divino en la naturaleza que impediría que uno de sus elementos desapareciera. La idea de la extinción de especies era, por tanto, revolucionaria.  Sin embargo, las pruebas presentadas por Cuvier fueron bien recibidas por la comunidad científica, en particular en el ambiente que imperaba en Francia a los pocos años de la Revolución.

Curiosamente, Cuvier nunca aceptó las ideas que sobre la evolución de las especies habían discutido sus compatriotas Jean-Baptiste Lamarck y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire. Desde la perspectiva de Cuvier, era imposible que una especie de animal pudiera transformarse en otra. Además,. argumentaba,   resultaba sumamente difícil imaginar cómo podría sobrevivir.una forma intermedia entre dos especies existentes.   Las especies podían desaparecer, pensaba Cuvier, pero no parecía existir un proceso que pudiera permitir la aparición de especies nuevas a partir de las existentes.

De todas maneras, se puede decir con toda justicia que la idea de la extinción como un concepto científico nació el 4 de abril de 1796 con la lectura del ensayo de Cuvier. La muela gigante descrita por San Agustín casi mil cuatrocientos años antes finalmente encontró su lugar en la ciencia.


miércoles, 14 de agosto de 2024

DESCUBREN UNA NUEVA ESPECIE DE MOLUSCO QUE VIVIÓ HACE 500 MILLONES DE AÑOS EN LO QUE HOY ES CHINA.

 Los moluscos son uno de los grupos de animales más diversos e incluyen a algunos bien conocidos como las almejas, los caracoles y los pulpos, así como otros menos familiares, como por ejemplo quitones y aplacóforos vermiformes. A pesar de esta notable diversidad, determinar cuáles eran los rasgos anatómicos principales de los primeros moluscos ha venido siendo una tarea casi imposible debido a la poca información útil que puede extraerse de los fósiles recolectados y de los moluscos actuales.

Aunque los fósiles de moluscos tempranos del período Cámbrico han ofrecido algunas pistas, revelando formas anatómicas que exhiben una combinación de conchas biomineralizadas y escleritos, se han descrito pocos taxones de linaje primitivo, lo que ha dejado importantes lagunas en el conocimiento de la evolución temprana de los moluscos.



Ahora, un equipo integrado, entre otros, por Luke Parry, de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, y Guangxu Zhang, de la Universidad de Yunnan en China, ha realizado un asombroso descubrimiento de una nueva especie de molusco que vivió hace unos 500 millones de años. El análisis de los restos fósiles de un ejemplar de la especie, llamada Shishania aculeata, revela que los moluscos más primitivos eran babosas planas, sin concha pero recubiertas por una armadura protectora espinosa.

La nueva especie se descubrió a raíz de examinar fósiles excepcionalmente bien conservados de la provincia oriental de Yunnan, en el sur de China, que datan de un periodo geológico denominado Cámbrico temprano, hace aproximadamente 514 millones de años. Los ejemplares de Shishania aculeata miden solo unos centímetros de largo y están cubiertos de pequeños conos espinosos (escleritos) de quitina, un material que hoy en día también está presente en conchas de cangrejos, en insectos y en algunos hongos.



A diferencia de la mayoría de los moluscos, el Shishania aculeata no tenía una concha que cubriera su cuerpo, lo que sugiere que representa una etapa muy temprana de la evolución de los moluscos.

Los moluscos actuales presentan una diversidad de formas bastante notable, e incluso incluyen animales muy inteligentes como los calamares y los pulpos. Esta diversidad de moluscos se materializó con suma rapidez durante un acontecimiento conocido como la Explosión Cámbrica, cuando todos los grandes grupos de animales se diversificaron con notable rapidez.

El estudio se titula “A Cambrian spiny stem mollusk and the deep homology of lophotrochozoan scleritomes”. Y se ha publicado en la revista académica Science.

sábado, 3 de agosto de 2024

LA FAUNA PREHISTÓRICA DE LA GUAJIRA.

 Recientes investigaciones en localidades fosilíferas de la alta Guajira colombiana sugieren que hasta hace por lo menos tres millones de años, lo que hoy es un desierto fue un lugar boscoso con ríos caudalosos y sinuosos, con una gran variedad de reptiles, peces, invertebrados y mamíferos . Entre estos últimos se han encontrado abundantes restos de unos organismos de caparazón gigante: los gliptodontes. Estas localidades nos abren una ventana única para comprender la vida y los ambientes en el pasado. Además, nos revelan información sobre la existencia de una fauna prehistórica hasta ahora desconocida para el mundo. 

Paisaje actual de la alta Guajira colombiana. Se puede observar la escasez en vegetación.               

 Fuente: fotografía de Edwin Cadena




Durante los últimos tres años, un grupo de paleontólogos y geólogos dirigidos por el Dr. Carlos Jaramillo, científico del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá, ha realizado intensivas campañas de colecta de fósiles en localidades recientemente descubiertas en el desierto de la alta Guajira colombiana. Los fósiles han sido hallados en dos formaciones geológicas expuestas en los alrededores del municipio de Puerto López: la formación Castilletes, del Mioceno Medio (17,3-14,5 millones de años), y la formación Ware, del Plioceno (3,5-2,8 millones de años) .


Reconstrucción de un Gliptodonte, cercano a un cuerpo de agua y con vegetación tropical en el fondo. Dibujo de Ross Houston. b) Fósiles de osteodermos de Gliptodonte, encontrados en la formación Castilletes. Se pueden observar las ornamentaciones de estas piezas, como la figura central o las rugosidades de la superficie. Estas características permiten distinguir los diferentes grupos de gliptodontes                  

 Fuente: Fotografía de Christian Ziegler.


Entre los ejemplares hallados en estas nuevas localidades se encuentra una diversidad de fósiles de animales como cocodrilos, serpientes, aves, mamíferos, tortugas y abundantes especies de moluscos. ¿Qué información nos dan los fósiles? Esta fauna recién descubierta, al ser estudiada, podrá informarnos sobre cómo era la vida en el pasado, qué especies existían y cómo se relacionaban entre sí. En general, los datos obtenidos de estos estudios podrán ayudar a responder preguntas amplias, por ejemplo, cómo se estableció la diversidad actual del norte de Suramérica, cómo era el clima en el pasado y cómo respondían los diferentes organismos a este.

¿Cómo es que el desierto antes era un bosque? La información geológica, es decir, los depósitos sedimentarios dejados por ríos meandricos de gran caudal, sumada a la información de los fósiles encontrados en la alta Guajira, sugieren que el clima en el pasado era húmedo y que el agua era abundante en las planicies, algo que contrasta con el ecosistema árido que domina este territorio en la actualidad . Fósiles de organismos como cocodrilos, tortugas, peces, manatíes y moluscos, entre otros, que en la actualidad viven asociados al agua, ofrecen evidencia muy firme para apoyar la idea de que el ecosistema del pasado de la Guajira era húmedo.



El clima húmedo, aunque favorable para los organismos con hábitos acuáticos, también representaba un reto para algunos organismos terrestres. Por ejemplo, entre la fauna de mamíferos fósiles encontrada en los depósitos de la alta Guajira están los xenartros, un orden que se originó en Suramérica durante el Paleoceno, hace más o menos 53 millones de años, y que en la actualidad incluye a los perezosos, armadillos y osos hormigueros, pero que en el pasado también contuvo a los grupos de osos perezosos gigantes, pampaterios y gliptodontes. Representantes de estos últimos grupos han sido encontrados en los depósitos fosilíferos de las cercanías del municipio de Puerto López. Estos organismos han sido hallados con anterioridad en localidades del sur de Suramérica, en donde habitaban en eco-sistemas de sabanas, muy diferentes de un ecosistema húmedo como el propuesto para la Guajira.

¿Qué es un gliptodonte? Los gliptodontes eran organismos herbívoros similares a los armadillos actuales, pero su envergadura podía alcanzar los dos metros, y su robusto cuerpo estaba cubierto de placas óseas u osteodermos . Durante dos periodos de tiempo, Pleistoceno y Oligoceno, los gliptodontes llegaron a tamaños gigantes de más de tres metros de largo. Incluso algunas especies (e. g., Doedicurus) desarrollaron armaduras poderosas y un tipo de “mazo” con puyas en la cola para defenderse de sus depredadores .

Las placas de gliptodonte tienden a fosilizarse con frecuencia debido a su composición y resistencia, y por lo tanto, es común encontrar fósiles de gliptodontes en los depósitos de la alta Guajira. Las placas u osteodermos han sido utilizadas por diversos investigadores a lo largo del tiempo para identificar las diferentes especies de gliptodontes. Así, se han documentado características como tamaño, grosor, rugosidades, surcos, folículos y posición, entre otras.

Los osteodermos de gliptodontes  se pueden distinguir de los de otros grupos con caparazón, como los pampatéridos y armadillos, por características como las siguientes: 

Placas dérmicas más gruesas.

Caparazón sin articulación (los osteodermos están fijos).

La ornamentación de los osteodermos es más compleja que la de otros grupos.


Mapa de distribución de hallazgos fósiles de gliptodontes en el norte de Suramérica, mostrando las principales localidades fosilíferas en las que se han encontrado restos de gliptodontes. Según la edad: Mioceno 23-5,3 millones de años (amarillo); Plioceno 5,3-2,6 millones de años (Crema); Pleistoceno 2,6-0,01 millones de años(Crema pálido).

Fuente: Información obtenida a partir del Paleobiology Database

La diversidad de los gliptodontes incluye alrededor de 65 géneros . Estos xenartros hicieron parte de la fauna endémica de Suramérica desde hace 37 millones de años hasta hace solo 10.000 años, cuando se extinguieron, durante la última glaciación, junto con la megafauna. Durante ese tiempo los gliptodontes se expandieron a lo largo del subcontinente suramericano, y tras el levantamiento del istmo de Panamá y el cierre del corredor marino de América Central, hace aproximadamente tres millones de años, los gliptodontes, perezosos y pampateridos, junto con otros grupos de animales, migraron a Norteamérica, en un evento conocido como el gran intercambio biótico americano, o gabi, por sus siglas en inglés .

El registro fósil de los gliptodontes nos permite entender cómo vivían estos organismos en el pasado, dónde habitaban y cuáles eran los ecosistemas que frecuentaban. ¿Dónde más se han encontrado fósiles de gliptodontes? Fósiles de gliptodontes se han encontrado en varias localidades a lo largo de Suramérica y Norteamérica (véase el mapa), y su registro fósil ha sido mucho más abundante y completo en la parte sur del continente. En Suramérica tropical existen importantes localidades abundantes en fósiles de estos animales, como los depósitos de aproximadamente 13 millones de años de La Venta, en el desierto de la Tatacoa , y de aproximadamente 12 millones de años, en el municipio de Sincelejo [9], departamento de Sucre, en Colombia; localidades de hace aproximadamente 5 millones de años en el estado de Falcón , en el norte de Venezuela, y en Acre, Brasil, de hace aproximadamente 9 millones de años.


Fotografía de varios especímenes de dientes fósiles de raya y tiburón encontrados en las localidades de la alta Guajira colombiana. Estos fósiles permiten entender mejor las condiciones de deposición de las rocas de las formaciones Ware y Castilletes.    

Fuente: Fotografía de Christian Ziegler.

¿Qué significa que se encuentren fósiles de gliptodontes en Sur-américa y Norteamérica? Los descubrimientos de gliptodontes en Norteamérica, y su similitud con fósiles encontrados en localidades de Venezuela apoyan la hipótesis de que los gliptodontes migraron a Norteamérica durante la época del Plioceno, hace aproximadamente 3 millones de años , y que allí lograron diversificarse, y las nuevas especies norteamericanas migrarían de vuelta a Suramérica durante la época del pleistoceno, hace aproximadamente 1 millón de años .

Sin embargo, para probar esta hipótesis y tener una visión más clara de su historia evolutiva y entender su respuesta frente al GABI es necesario estudiar registros fosilíferos en localidades tropicales cercanas al istmo de Panamá. Teniendo esto en cuenta, los resultados taxonómicos del estudio de los ejemplares fósiles de gliptodontes, que incluyen osteodermos, vértebras y apéndices, colectados durante los años 2011 a 2013 en rocas expuestas en la alta Guajira colombiana, serán claves para resolver el problema. A medida que se descubran más localidades con yacimientos fósiles en Colombia y en el resto de la zona tropical, se podrá comprender mejor cómo llegó a existir tal diversidad de estos animales en esta zona. 


lunes, 22 de julio de 2024

PERIJASAURUS LAPAZ, EL DINOSAURIO GIGANTE QUE CAMINÓ HACE 175 MILLONES DE AÑOS POR EL NORTE DE COLOMBIA.

 Perijasaurus lapaz es la única especie conocida del género extinto Perijasaurus ( "lagarto del Perijá"), un dinosaurio saurópodo eusaurópodo basal, que vivió a principios del período Jurásico, hace aproximadamente 175 millones de años, en la época del Toarciense, en lo que es hoy Sudamérica. Sus restos se hallaron en las "rocas rojizas tipo Girón" de la Formación La Quinta del departamento de Cesar, en Colombia.



El espécimen holotipo, UCMP 37689, una vértebra dorsal, fue descubierto el 27de marzo en 1943 en el flanco occidental de la Serranía del Perijá por una expedición de la Tropical Oil Company, y el fósil fue enviado a las colecciones de la Universidad de California en Berkeley. A partir de su descripción en 1955, UCMP 37689 había sido mencionado en la literatura científica pero sin haberse desarrollado ningún consenso sobre sus afinidades.​ Eventualmente, el yacimiento original de descubrimiento pudo ser examinado y el hueso fueron preparado, permitiendo describir y nombrar al nuevo género y especie Perijasaurus lapaz, en 2022. El nombre del género, "Perijasaurus", se refiere a la cadena montañosa en que se encontró el fósil. El nombre de la especie, "lapaz", es en honor del pueblo de La Paz, cerca del cual se realizó el descubrimiento, aunque también es en referencia a los acuerdos de paz que permitieron realizar los trabajos de campo en la zona.


Contexto geológico y estratigráfico regional y local para  Perijasaurus lapaz  gen.  et  sp. nov.  (UCMP 37689). Los mapas insertados en la parte superior izquierda muestran las ubicaciones de la Serranía del Perijá (SP) y la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM), dos estructuras geológicas en América del Sur tropical que incorporan secuencias continentales sinrift del Jurásico Inferior al Jurásico Medio (Tschanz et al., 1974; Schubert, 1986; Ryan et al., 2009; Bayona et al., 2010; Nova et al., 2012). El mapa geológico más grande de la Serranía del Perijá occidental muestra la ubicación del holotipo de Perijasaurus lapaz. Nótese su ubicación al norte de la carretera La Paz–Manaure y al este de una falla de empuje prominente, a la que se hace referencia en la descripción original del espécimen (Langston y Durham, 1955).


Los científicos señalaron que Perijasaurus es un eusaurópodo basal cercanamente relacionado con Cetiosaurus, Patagosaurus, Bagualia, Nebulasaurus y Spinophorosaurus.



Reconstrucción original de la vértebra dorsal de  Perijasaurus lapaz  gen.  et  sp. nov.   (UCMP 37689) en vista lateral izquierda, A, vista posterior, B, y en sección transversal en la marca de verificación, C. Nótese que las dos piezas de la vértebra, que no tienen encaje a presión, han sido parcialmente reconstruidas después de invertir el componente del arco neural superior. Modificado de Langston y Durham 

Un equipo de expertos liderados por el doctor en Paleontología Aldo Rincón Burbano, docente del Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte, pudo determinar gracias a una nueva preparación del fósil que se trataba de un nuevo género y especie de saurópodo.

“Si bien Perijasaurus lapaz está representado por una sola vértebra, esa región del esqueleto es la que aporta más información en los saurópodos, debido a una serie de láminas y otras estructuras”, señaló el doctor Martín Ezcurra, paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales y del CONICET.

“ Perijasaurus lapaz vivía en un ambiente de pendientes bajas asociadas a un río y una zona boscosa”, dijo Daniel Raad Pájaro, investigador de la Universidad del Norte, en Barranquilla ,Colombia.

“Encontramos arena fina y restos de hojas en el sedimento depositado en el área donde se encontró originalmente la vértebra, y es consistente con el sedimento dentro del arco neural de la vértebra, que solo se conservan cerca de una llanura de inundación, es decir, cerca de las laderas de un río, una zona boscosa”.




Los paleontólogos también determinaron las relaciones evolutivas de Perijasaurus lapaz a través de un análisis computacional.

“ Perijasaurus lapaz forma parte de la radiación temprana de los saurópodos, que incluye especies del sur de Sudamérica, África, Asia y Europa”, señaló el doctor Harold Jiménez Velandia, geólogo de la Universidad de Caldas.

La presencia de Perijasaurus lapaz en los paleotrópicos de América del Sur, junto con su estrecha relación filogenética con especies geográficamente extendidas que habitaban latitudes bajas, sugiere que los saurópodos se diversificaron y dispersaron con bastante rapidez después de un importante evento anóxico al final del Jurásico Inferior, cuando partes de los océanos se quedaron sin oxígeno en grandes áreas geográficas.

“Lo que vemos en el Jurásico Temprano, tanto en las latitudes altas como en las áreas más tropicales, es que las especies de saurópodos estaban interconectadas evolutiva y geográficamente, algo que también se había visto con otros grupos de dinosaurios carnívoros y herbívoros”, dijo el Dr. Ezcurra.



Resumen.

Perijasaurus fue encontrado en la Formación La Quinta en el norte de América del Sur, en lo que ahora es Colombia y Venezuela, lo que lo convierte en el hallazgo de un saurópodo suramericano situado más al norte y además es el primer dinosaurio registrado para la parte colombiana de la Formación La Quinta. Se interpreta que el ambiente de esa formación corresponde a lo que fue un bosque tropical de tierras bajas. Su ubicación y temporalidad sugieren que los primeros eusaurópodos alcanzaron una amplia distribución antes del rompimiento de Pangea y el cambio faunístico de la época del Toarciano. Otros dinosaurios de esta formación incluyen al terópodo averrostre troncal Tachiraptor​ y el ornitisquio Laquintasaura,​ ambos de Venezuela y procedentes de capas más algo antiguas (del Hettangiense).

viernes, 19 de julio de 2024

"SER NATURALISTA ES MEJOR QUE SER REY": WILLIAM BEEBE.

 ¿Qué formas de vida deparan las profundidades del océano? Se preguntaba Charles William Beebe hacía principios de la década de 1930.

Nacido en Brooklyn el 29 de julio de 1877, dedicó sus estudios y la vida a la zoología, empezando como cuidador de aves en la Sociedad Zoológica de Nueva York y posteriormente viajando como aventurero y naturalista por Asia y Suramérica. Durante el curso de una de sus expediciones a las Islas Galápagos a mediados de los años 1920, Beebe desarrolló gradualmente un interés por la fauna marina de las grandes profundidades.


Esto le llevo a formar equipo con el inventor Otis Barton, con quién diseñó y construyó la primera batisfera con la colaboración de la Watson-Stilman Hydraulic Machinery Company. Esta se trataba de una esfera de acero con 1,42 metros de diámetro interior y un peso de 2.250 kilogramos, contando con tres pequeñas ventanas de 20 centímetros de diámetro con cuarzo fundido de 7,5 centímetros de grosor. Por la tecnología de la época, esta carecía de medios de propulsión y funcionaba suspendida de un cable de acero de mil metros de longitud, junto con un conducto por donde pasaban un par de cables telefónicos y dos cables eléctricos que alimentaban un reflector para alumbrar el exterior.


El submarino tenía capacidad para dos tripulantes con oxigeno asegurado para seis horas, en tanto que la cal sodada y el cloruro de sodio de unos recipientes se encargaban de absorber el dióxido de carbono y la humedad, respectivamente.

Llevaron a cabo más de 30 descensos al océano. Entre el 25 de mayo y 30 junio, realizaron las primeras 15 pruebas de inmersión en las que llegaban a profundidades aproximadas de 243 metros a 16 kilómetros de las Bermudas. El récord lo batieron el 11 de junio de 1930, al descender 430 metros. Durante la inmersión, estuvieron conectados a la superficie por un cable y una conexión telefónica, con miles de oyentes ansiosos a las noticas de las profundidades que ningún ser humano había presenciado antes “Solo los hombres muertos se han hundido debajo de esto”, decía Beebe, mientras comentaba todo el descenso viendo por la ventana.


Dos años más tarde llegaron a alcanzar los 650 metros, y el siguiente récord lo batieron el 11 de agosto de 1934 al entrar los 906 metros, el mayor descenso hasta el momento. Esta inmersión generó mucho interés y publicidad, pero Beebe estaba más interesado en su valor científico para descubrir y describir especies marinas nunca vistas.

A nivel práctico, la batisfera abrió el camino hacia nuevas profundidades pero con un gran riesgo, ya que, al carecer de movilidad propia, su seguridad estaba sujeta enteramente al cable al que estaba vinculada.


William Beebe y Otis Barton a un lado de la batisfera.

Las inmersiones de Beebe tenían como objetivo el estudio de la fauna marina. Entre dichas observaciones, Beebe estudió el cambio de color del agua resultante de la pérdida de la luz de la superficie a medida que bajaba, al igual que el descubrimiento de la existencia de peces por debajo de la cota donde llegaba la luz solar. Por ejemplo, a 630 metros de profundidad, tuvo la ocasión de contemplar el paso de dos peces de dos metros de largo a una distancia muy cercana de la batisfera.


mágenes del libro de Beebe «Half Mile Down» (Media Milla Abajo en español).

Posteriormente, continúo con su investigación oceanográfica en Baja California y a lo largo de la Costa Pacífica de Centroamérica. Siguió con sus estudios naturalistas por el resto de su vida hasta fallecer en Trinidad y Tobago el 4 de junio de 1962.

Fue el primer científico conocido y bien capacitado en utilizar el buceo con casco como parte de su investigación de campo y sirvió como base para la mayoría de avanzas oceanográficos que vendrían en los siguientes años.

Después de bucear con la Batisfera, Beebe regresó a los trópicos y comenzó a estudiar el comportamiento de los insectos . En 1949 fundó una estación de investigación tropical en Trinidad a la que llamó Simla, que todavía está activa y forma parte del Centro de Naturaleza Asa Wright . La investigación de Beebe en Simla continuó hasta su muerte por neumonía en 1962 a la edad de 84 años.


Portada de la edición de abril de 1906 del New York World escrita por William Beebe, centrándose en la biodiversidad de las aves en el Zoológico del Bronx.


A lo largo de su carrera, Beebe escribió más de 800 artículos y 21 libros, incluida una monografía de cuatro volúmenes sobre faisanes. Hasta 64 animales recibieron su nombre y él mismo describió una nueva especie de pájaro y 87 especies de peces. Mientras que 83 de los peces se describieron de forma convencional, los cuatro restantes se describieron únicamente basándose en observaciones visuales.

Junto con su análisis de la filogenia del faisán y sus estudios de la vida en las Islas Galápagos, una de las principales contribuciones de Beebe al campo de la biología evolutiva fue su hipótesis de que los antepasados ​​de las aves pasaron por una fase llamada "etapa Tetrapteryx, con alas". en todas las extremidades, delanteras y traseras. Beebe basó esta teoría en la observación de que los recién nacidos y los embriones de las aves modernas tienen largas plumas en las patas traseras, lo que consideraba un atavismo . También prestó atención a vestigios de alas en las patas de un ejemplar de Archaeopteryx . Beebe presentó su idea en un estudio de 1915 publicado en Zoologica , titulado "Una etapa del Tetrapteryx en la ascendencia de las aves".


En 2003, la hipótesis de Beebe fue respaldada por el descubrimiento del Microraptor gui , un pequeño dinosaurio emplumado que poseía plumas de vuelo asimétricas en las cuatro extremidades. La hipótesis de Beebe ahora se considera pionera por su predicción de la anatomía y la postura en el deslizamiento del Microraptor gui , que Richard Prum describe "como si pudiera haber salido directamente de las notas de Beebe". El descubrimiento de este animal tuvo el efecto de revitalizar la teoría de Beebe según la cual las plumas de las patas eran originalmente importantes para el vuelo de las aves. 


William Beebe es considerado uno de los fundadores del campo de la ecología , además de ser un destacado defensor del conservacionismo en el siglo XX . También es recordado por las numerosas teorías que formuló sobre la evolución de las aves , hoy consideradas adelantadas a su tiempo, especialmente la hipótesis de 1915 según la cual la evolución del vuelo de las aves pasaba por una etapa de vuelo de cuatro alas o "tetrapteryx", sustentada por el descubrimiento en 2003 del Microraptor gui .